miércoles, 26 de diciembre de 2018

Alicia, en el país de los milicos.

A Alicia Dolores Martínez, una sobreviviente, con la que tuve la fortuna de compartir un tiempo. Una mujer a la que admiré y sigo admirando. Con la que aprendí lo importante que es la memoria. A la que le debía, después de 35 años, este relato reducido de su historia. A todos sus iguales y "desaparecidos".


No recuerdo cómo pero al poco tiempo de comenzar psicología, conozco a Alicia, una argentina que trabaja con una abogada laboralista de CCOO, cerca del Arco del Triunfo. Barcelona ha comenzado a poblarse de argentinos, uruguayos, paraguayos y chilenos que huyen de las dictaduras militares y su presencia se hace sentir. Son tiempos de indignación por la barbarie que azota Sudamérica. Alicia, había llegado a Madrid a finales de 1978, viviendo allí y luego en Pontevedra, de donde era oriundo su padre. 

Llevaría algún tiempo más que yo en Barcelona y hasta es posible que coincidiéramos en algún momento viviendo los dos en Madrid cuando yo trabajaba de administrativo precario tras terminar magisterio. Alicia es hija y nieta de republicanos españoles. Su padre, como casi todos los gallegos, tiene un colmado en una esquina de un barrio de Buenos Aires.  

Para evitar el hambre y siendo un adolescente, marcha de Vilarchan, su aldea, a Buenos Aires, para volver a España alistado en las Brigadas Internacionales. En el sótano de la finca, Alicia, cuando aún no tiene los diez años, por petición de su padre, le lee textos comunistas y se alimenta de lecturas imposibles como si fueran cuentos de los hermanos Grimm. Y termina creyendo que será una princesita en un país de iguales. Baila malambo, son, merengue y cumbia. Aprende a tocar el piano que le sirve para ganarse la vida con ello, tiempo después, por Sudamérica, sin otro objetivo que sobrevivir. 

En condiciones normales, casi con seguridad, la vida de Alicia habría sido otra bien distinta; puede que no hubiera llegado más allá del barrio de las Flores, pero Perón había muerto el primero de julio de 1974, y la bruja de su esposa, Isabel, dirigida por el Brujo López Rega gobernaban el país desde la zafiedad y las señales espiritistas.

Muy joven, saca el mejor expediente en unas oposiciones que la sitúan en un puesto del ministerio de defensa argentino donde pronto tiene acceso a información significativa. Toma el té con la sobrina del general Benjamín Menéndez, que en 1982 entrega las Islas Malvinas y puede decirse que es considerada como una de los suyos. Eficiente, metódica y disciplinada. Por las tardes, estudia antropología en los libros y en la facultad, y por las noches colabora con las dinámicas de movilización del barrio. Se la está jugando, pero a ella nada le puede pasar. Tiene un Manual del Montonero que le da todas las respuestas para anticiparse al enemigo. En la universidad, pasa desapercibida en unos tiempos donde, como en cualquier universidad, puede jugarse a la revolución y a lo sumo, aparentemente, los estudiantes pueden quemarse con la cucharita del café que tomaban todas las tardes en la cantina de la facultad. Luego, la realidad fue otra bien distinta.

Nada parecía a lo que se estaba urdiendo. Pasaba información logística, era una secretaria valorada con cinco años de experiencia, estaba casada, también estudiaba etnología, hasta que un día, al entrar en la oficina, percibió silencios que hablaban, miradas asustadas y despachos que con una rapidez inusual quedaban desiertos. ¿Qué hacer cuando el Manual del Montonero no contempla una solución mágica para una escapada urgente? Por fin suena la alarma del fin de la jornada y corre a casa de su madre para despedirse. Al salir de allí, la meten en un Ford Falcon verde. Una capucha, unos grilletes en sus piernas. Ella sabe que ha sido trasladada, por el ruido de los aviones, a una cárcel de tortura cerca del aeropuerto de Ezeiza. Golpeada y picaneada en su geografía  y proyecto de vida. Y piensa: “Ya no podré tener hijos”.

Alicia tiene veintitrés años y su destino gira para ver obligatoriamente un mundo que seguro no quiere ver. El mundo no soñado, nunca imaginado. Nunca, era nunca. Nada a partir de ese momento vuelve a ser igual. Su imaginación no puede anticipar lo que va a pasar. La resistencia que conoce su cuerpo y su cabeza es inimaginable para ella. El miedo que la abraza en ese momento no lo tenía previsto. Como no lo estaba el dolor, la soledad o el horror.

Ya no habrá olor a mermelada de ciruela casera, ya no se incrustará entre las entretelas de su vestido. No imagina nada. No anticipa todas las altas cotas de soledad y dolor que una sobreviviente puede llegar a soportar. Y entonces, le toca llorar en Perú, Ecuador, Colombia y Panamá. Llegan y vienen las voces y los silencios. Voces de gente oscura y silencios que hablan de los renglones que retuercen a Cesar Vallejo, García Márquez o a Chabuca Granda.

Su vieja, presenta varios habeas corpus y es “aparecida” en el penal de Villa Devoto. Obtiene una absolución judicial solicitando una opción para salir del país, obteniendo asilo político en Perú, en libertad vigilada para al final terminar en el penal de Callao. Solo por la actuación de Amnistía y el gobierno de Suecia, la ponen en la frontera con Ecuador. Suerte que aún no había llegado Videla, ni Massera con la ESMA de la picana, aunque a ella se la dieran, y de los desaparecidos en el Mar de Plata.  

Había comenzado forzadamente a conocer mundo. Un poquito a pie y otro poco caminando. Aquí sembraba camote, allí vendía libros, allá tocaba el piano o ejercía de antropóloga circunstancial conviviendo con comunidades quechuas, conociendo el poder del shamán y la ayahuasca. Todo un trabajo de campo en unas prácticas forzadas para aplicar las teorías de Levis-Strauss.

Y pasa por Guayaquil, Cuenca, y Quito sin más equipaje que su austera presencia. Atraviesa Pasto, Cali, Bogotá, Guatemala, siendo olmeca en México.  Recorre Chichén Itzá y Uxmal. Llora en el Templo de los Guerreros de Chichén Itzá. En Palenque, en el templo del Sol. Y en Tikal. Le ofrecen esmeraldas en Cali que no puede comprar. Pisa la tierra incaica, la maya y la azteca. O es fusilada simuladamente en Panamá. En casi todos esos espacios siderales, llora. Porque casi todo son golpes. Pum-Pum, Pum-Pum… Alicia, ha dejado de jugar con su muñeca Gracielita, y ya no baila en el teatro de Pompeya, ni sueña con la varita mágica de Merlín para cambiar el mundo.

Cuántas veladas conversando con ella. Ella siempre con un cigarro en la mano, de dedos largos, y yo intentando entender ese bucle histórico que tiene enredado a toda Argentina con el movimiento peronista. ¿Qué es el peronismo? ¿Izquierda, derecha o nacional populismo? O simplemente, una engañifa por la que ella se había jugado el pellejo y estaba, ahora, en Barcelona. 
--¿Pero cómo puedes ser de izquierdas y peronista, Alicia?
--Vos sos un pelotudo, flaco. ¿Entonces tampoco podrás entender que haya católicos con barrigas irreverentes en la Iglesia de Roma y defensores de la teología de la liberación medio famélicos?

Lo que se inicia como una amistad muy activa de debate político, acaba en una relación afectiva muy intensa. Yo la llamo “gallega” y ella a mí, “flaco”. El tiempo que estuvimos juntos es un aldabonazo de experiencias para mí. Ella es unos años mayor que yo y me abduce su personalidad bregada. Somos dos nostálgicos de nuestra tierra y tenemos la pregunta recurrente de cuándo volveremos a nuestros planetas territoriales. De ellos, nos sentíamos arrancados. A ella, le llega con dificultad el mate y el dulce de leche y a mí me falta el oxígeno de mis encinas.

Alicia es para mí, sin duda, la primera referencia de persona superviviente, empoderada, activa, inteligente e inquietante. Vivía sola cerca del metro de Fontana y solamente por su forma de hablar y de construir todos sus relatos, respondía al estereotipo freudiano argentino. Mantiene contactos con su colonia de forma metódica porque dice que todos los argentinos estaban neuróticos y que su apuesta por vivir, acá en Barcelona con su gente, la había propiciado desagradables desencuentros. Y así estaba, psicoanalizándose todo lo que podía. ¿Cómo no entender la situación compulsiva de una población que llega a España, con urgencias y perseguida?

La primera vez que me invita a cenar me lleva a un restaurante argentino y como una milanesa para comprobar si eran diferentes a los filetes empanados. Los intercambios gastronómicos entre los dos son curiosos y ella conoce por primera vez las migas o el gazpacho. Yo no puedo con el mate.

Recuerdo paseos por las ramblas de Barcelona, agarrados de la mano. De pronto, una sacudida de su brazo en forma de calambre llega hasta las puntas de mis dedos. “¿Qué te pasa, Alicia? Nos hemos cruzado con una pareja de policías armadas, y ella dice: “Ha pasado la cana”. Otras veces, la acompaño a “mostrarse”, cada cierto tiempo en la sede del Alto Comisionado de las Naciones Unidas de Ayuda al Refugiado -ACNUR- o a un centro médico porque me cuenta que tiene que hacerse unas revisiones, pero tan solo apunto a intuir el contexto en el que ella se mueve. Apenas nos hemos conocido y aunque yo sospecho cosas, entiendo que hay que dejar que madure la necesidad de verbalizar. Está elaborando algo parecido a un duelo donde yo llego a atisbar sus precedentes más inmediatos.   

En la terraza de su apartamento de Bretón de los Herreros, pasamos las mañanas de domingo cuando el sol se deja atrapar sin riesgo de que su dureza nos arrecie la piel o nos socave los sesos. Allí, hablamos, de su viaje nunca por ella imaginado.
--¿En qué momento te jodieron la vida, gallega?
--Al morir Perón, todo fue un quilombo.

Desde el mismo momento de su muerte, desde el ascenso a la presidencia de Isabelita Perón en 1973, desde la guerra fría entre el bloque comunista y los Estados Unidos, desde la derrota de los gringos en la Guerra del Vietnam, desde la implosión de los partidos comunistas en Europa o el estallido de las bandas armadas como IRA, Brigadas Rojas o ETA. Entonces, la Argentina era la excepción del Cono Sur manteniendo a duras penas un régimen democrático. El resto de países vecinos estaban ya gobernados por las dictaduras de las botas militares: Banzer en Bolivia, Geisel en Brasil, Pinochet en Chile, Stroessner en Paraguay y Bordaberry en Uruguay propiciadas y financiadas por Estados Unidos. 

Se habían producido todas las confluencias necesarias en una infernal dirección para que Alicia saliera de su barrio, conociera otros países, tuviera múltiples oficios, practicara la antropología y así poder describir yo una gota de su historia. Si mi padre me decía que yo sabría, al hacerme mayor, lo que era el valor de una factura, Alicia supo lo que significaba el dolor de una factura por algo que no compró, ni soñó.
--Si, flaco, desde que Isabelita se echó en brazos del Brujo y este en manos de las facciones más derechizadas del peronismo, organizando una fuerza parapolicial denominada Alianza Anticomunista Argentina, que hostigó, secuestró, cercó, torturó, y asesinó sin control a lo más molesto de la izquierda pampera.

Ahí, comenzó todo. Con el inevitable abandono de la izquierda peronista a un gobierno escorado, de pronto, a la extrema derecha, disputando la autoridad a la viuda de Perón como movimiento Montonero. Es en ese mismo momento de tránsito a la clandestinidad en diciembre de aquel año cuando Alicia dejó de ver a su muñeca Graciela, de tocar el piano, de trasnochar con Mahler, Freud o Lacan. De tomar café o mate con su marido Melquiades y con todos sus amigos.

En ese fugaz tránsito a la clandestinidad, cuando el olor a mermelada de ciruela casera dejó de incrustarse entre las entretelas de su vestido, un día aciago de diciembre de ese mismo año, un escuadrón de la temida triple A la estaba esperando en casa de su madre, en un Ford Falcon verde.

domingo, 16 de diciembre de 2018

Buscando empleo. Badalona,1979.



A mis compañeras: Alberto, Dolors, Fátima, Jesús, Maruja, Paz, Mª Jesús, Mª Luisa, Montse, Pilar,  Rosa, Tino. A mi directora de "Escoles Betsaida", Maria Mateu. Y a los que vinieron después. Aún seguimos compartiendo y reconociéndonos. 

Comienza el segundo año de vértigo en el paro. Hay que ir anticipando por dónde organizaré en septiembre la gira para la búsqueda de trabajo. Y todo apunta a Barcelona. 

Con doce mil pesetas que he conseguido con las clases particulares de aquel verano, inicio el viaje a la capital catalana. Me acompaña una dirección en Badalona, una soledad atenuada por mi edad y un miedo que es superado por la asfixia que me provoca mi pueblo. En Plasencia, se han acabado los espacios amigos porque casi todos marcharon. Ya es notoria la crisis del petróleo, arrastrada desde mil novecientos setenta y tres, y se evidencia, con precisión, en estos momentos. ¡Malos tiempos!

Mi madre me regala una bolsa de viaje y la llena de ropa. "La muda que nunca falte, hijo". Unos bocadillos y algún libro que no recuerdo. En Madrid, subo al tren que sale por la noche de Chamartín para Barcelona, y experimento un triunfo parcial al sentir que se pone en movimiento. El vagón tiene la calidez de la madera que sostiene fotografías enmarcadas de trenes y estaciones. Una auténtica pieza art-decó. Las redecillas se extienden por sus paredes, sobre las que depositar bolsas con comida para el viaje o algún periódico para la ocasión, que coronan confortables asientos de tonalidad carmelita claro. De tanto en tanto, el revisor abre la puerta del compartimento, enciende la luz y reclama el billete a un nuevo viajero.

En el compartimento que me toca, concilio con emigrantes que vuelven a su trabajo tras las vacaciones de verano. Cuando se apaga la luz de nuestro vagón; viene el sueño de aquella compaña, animado por el traqueteo del tren. A mí, aún me queda excitación para no dormir y seguir soñando la sintonía de una canción de Manolo Escobar en la voz de Serrat: “Que bonita es Badalona”. ¡A su encuentro voy!

Bajo en Paseo de Gracia por indicación del revisor. Cuando salgo al exterior soy consciente de que he llegado a un océano urbano. Pregunto cómo ir a Badalona y me indican el autobús más cercano. Al subir, pido un billete y doy los buenos días al conductor y a todo el pasaje. Con inmediatez, intuyo que todos han entrado en conmoción; el conductor levanta los ojos del cajetín de billetes y me mira con displicencia, sin abrir la boca, volviendo a bajar su mirada a sus asuntos y dándome el cambio. El resto de la parroquia, como si fuera una orquesta acoplada, con sus ojos y al unísono, se detiene fijamente en mí preguntándose sobre el planeta del que he caído. Solo entonces, entiendo una definición sobre inteligencia que viene a decir que es la capacidad de adaptarse al medio. Debo ser más selectivo con mis salutaciones sin que por ello comience a ser un grosero. Esto ya no es el pueblo.

Comienza la búsqueda de una escuela que tenga alguna vacante. Cada día, desde el barrio de la Salud de Badalona, organizo la expedición con más brújula en mano que un mapa de la ciudad y buen calzado para andar. Cuando me pierdo, pregunto a la gente del barrio. Badalona, al ser una localidad de emigrantes ha tenido que improvisar escuelas privadas; muchas de ellas en inmuebles que puede parecer cualquier cosa menos una escuela.

Pasan los días y muere la segunda semana. Diez, treinta, cincuenta escuelas pateadas. La suerte no acompaña. Estoy pensando en una alternativa. En Nicaragua se ha abierto un proceso revolucionario y se ha intensificado en julio de este año entrando las columnas sandinistas en Managua. Una de las prioridades del reciente gobierno del Frente Sandinista es reducir drásticamente los niveles de analfabetismo situado en un cincuenta por ciento de la población. Tengo contactos que reclaman la necesidad urgente de maestros voluntarios para formar unas guerrillas docentes para su revolución. Me pagan el viaje y la manutención. Un reto atractivo, una experiencia vital inigualable y me ahorro el coste de volver a la casa de mis padres, de nuevo, como un soldado tullido en sus extremidades, incapacitado para volver a nuevas guerras.

Es viernes y en unos días comienza el curso y las plazas estarán cubiertas. Se agotan las posibilidades. El reloj marca las dos de la tarde y estoy en el cruce de San Adrián de Besos, Santa Coloma y Badalona. ¡Está visto! Busco una parada de autobuses para volver al piso donde me han dado cuartelillo durante estos quince días. La espera del transporte se alarga y tengo tiempo para conversar con otro viajero al que le comento que voy buscando escuelas privadas. Me indica que a menos de cien metros tengo una escuela llamada Betsaida. Me animo a realizar el último intento. Al llegar allí, el silencio del inmueble me hace dudar pero acabo llamando a una puerta. Me recibe una mujer que pasa de los cuarenta años a la que le explico el objeto de mi visita.
--¿Puedes esperar un momento? Estoy atendiendo a una familia. Termino y hablamos. 

Mi espera transcurre sentado sobre un banco de madera ordenando las ideas que considero de interés en las que debo centrar los mensajes. Pasan unos minutos, se abre una puerta y la directora del centro me invita a pasar a su despacho.
--Siéntate, por favor y cuéntame. Yo soy María, la directora del centro.
--Le agradezco su atención. Me llamo Miguel, soy maestro y busco un puesto de trabajo. Este es el segundo año que busco empleo y estoy deseando trabajar en la enseñanza.
--¿Imagino que no tienes experiencia, claro?
--Sí, pero tengo mucha ilusión por trabajar. Mi experiencia se limita a clases particulares de recuperación en barriadas, además de las prácticas obligatorias en la carrera.
--Todos hemos comenzado alguna vez, ¿verdad? ¿Y tú cómo entiendes el concepto de disciplina dentro de una clase?  -Ha entrado por derecho. Me la jugaba en la contestación y yo me preguntaba cuál era la línea pedagógica del centro para adaptar una respuesta. No podía pasarme de frenada y una frase me vino a la cabeza como síntesis-.
--Mano de hierro con guante de terciopelo. -Incidí sobre la necesidad de establecer límites y ofrecer patrones de referencia al alumnado pero en ningún caso basado en la irracionalidad. Sin duda era la mejor manera de no pillarme los dedos-.
--¿Y qué referencias pedagógicas tienes tú? ¿Cómo organizarías una clase?  -Sus preguntas me van dando seguridad pero aumenta la dificultad de salir vivo. Hay que mojarse y mostrar el autorretrato. A mí, tampoco, me serviría cualquier escuela.-   
--Soy partidario de todos los pedagogos que defienden la escuela moderna. Hay que partir de los centros de interés del alumnado. –Justificaba con seguridad cada uno de mis argumentos y estaba convencido que ella valoraba mi apasionamiento cuando le decía que la escuela puede cambiar el mundo.-
--Miguel, te pongo un ejemplo práctico y me dices cómo actuarías. Tienes un alumno al que le preguntas algo y titubeando te dice “lo tengo en la punta de la lengua”. ¿Qué haces tú? 
--Un maestro nunca puede inducir al error. La respuesta es hacerle pasar el mal trago, facilitando el principio de la respuesta hasta que él la conteste.
--Bien, Miguel. ¿Puedes venir el lunes que viene? Comenzamos el curso. Tendrás la tutoría de un quinto de E.G.B. Te hago un contrato en práctica con un periodo de prueba de tres meses, según determina el convenio. Si todo va bien, acabarías el curso. Y si lo acordamos, en ese momento, haríamos un contrato indefinido
--Muchas gracias, María. No voy a decepcionar. ¿Podría pasarme la programación del curso para verla este fin de semana?
--Sí, pero quiero que rompas la rutina de un programa y que explores metodologías en la línea que me has planteado.

Salgo de la escuela flotando sobre una nube. Me pellizco para comprobar si es la visión de un sueño tantas veces soñado. Me dirijo a la misma parada del autobús donde hace una hora estaba anticipando decisiones, con un estado de ánimo quebradizo y asustado. ¡Qué bonita es Badalona! Pienso si ha sido azar, suerte o la pulsión del último intento que a veces te da una sorpresa. ¿Qué más da? Estoy donde quería estar. Por lo que he luchado durante un año de viajes, llamadas a puertas, decepciones. Vagabundeando sin otro criterio que estar despierto.

Luego vinieron ellos, decenas de nombres por clase: Enrique, Laura, Ropero, Morillo, Marina, Jou, Alba, Rosi, Joan, Miquel, Xavi, Jordi, Joaquín, Albert, Tony, Javier,  Ramón, Gloria, Sergio, ... y fue una explosión de vida. 


jueves, 29 de noviembre de 2018

El Lazarillo de Tormes en la escuela


Tomo como referencia esta adaptación para el mundo infantil y juvenil de la primera novela picaresca de la literatura española. Un trabajo que realizamos a lo largo de un trimestre, en el curso de sexto, de un colegio del Barrio de La Salud, en Badalona. El alumnado es autóctono, aunque en un porcentaje alto procedente de la emigración interior y la de países como China y Marruecos.

Realizamos, en colectivo, la lectura de "El lazarillo de Tormes", en una versión realizada de forma sencilla, amena y dinámica por María Jesús Chacón e ilustrado por David Hernando, de la editorial Weeble, a quienes agradecemos su iniciativa y su trabajo. Puedes descargarte esta adaptación del siguiente enlace: 

El objetivo sustantivo de esta actividad es trabajar  fundamentalmente, ortografía, expresión escrita y comprensión lectora. Por supuesto, la centralidad de las actividades conducen a introducir al alumnado en una literatura desconocida para ellos y sin duda de una gran riqueza histórica e idiomática,  posibilitando la adquisición de un nuevo vocabulario y el descubrimiento de la lectura como único medio de aprender a pensar y a escribir.

Obviamente, esta actividad puede y debería trabajarse como proyecto integrado con otras materias. Por esta razón, en el correlato de actividades puedes observar que hay objetivos más incardinados en el área de Ciencias Sociales. 

Objetivos globales, a título indicativo, para adaptar actividades en función del grupo-clase y de las edades a partir de 10 años:  

1º Trabajar el escenario histórico en el que se publica esta obra literaria,  a mediados del siglo XVI.
2º Localizar geográficamente el inicio, itinerario y desarrollo del Lazarillo de Tormes. 
3º Estudiar algunas características del Renacimiento, como movimiento cultural de la Europa Occidental en los siglos XV y XVI.
4º Introducir al alumnado en un género de novela como es el caso; novela picaresca. Aprovechar para situar otro tipo de novela del momento como la novela de caballería, que pierde su popularidad a partir de 1550.
5ª Estudiar los valores propios de la época: Pícaro versus caballero.
6º Expresar por escrito un resumen de cada uno de los capítulos, una vez estudiado el vocabulario característico del mismo: avaro, mezquino, lazarillo, pícaro, escudero, arcipreste, capellán, alguacil, astuto, galeras...
7º Trabajar los antónimos y sinónimos del vocabulario estudiado. 
8º Clasificar estas palabras con criterios de acentuación según sean agudas, llanas y esdrújulas.
9º Trabajar el concepto de grupos nominales y elaborar frases relacionadas con los capítulos leídos, identificando determinantes, sustantivos y adjetivos. 
10º Trabajar la estructura de la oración: Sujeto y predicado partiendo de frases relacionadas con los capítulos leídos.
11º Diferenciar diptongos e hiatos relacionadas con palabras que aparecen en  los capítulos leídos
12º Trabajar a través de textos del Lazarillo de Tormes, la acentuación o no de monosílabos, según sean pronombres o posesivos, preposiciones o verbos. -mí, tú, él, té, o sí, sé, dé. 
13º Describir personajes conocidos de la obra: Lazarillo, ciego, clérigo, buldero, calderero...
14º Identificar determinantes en los dictados realizados sobre la obra. Artículos, demostrativos, posesivos, numerales, indefinidos...
15º Identificar la bula como un instrumento de la iglesia católica. Valoración
16º Trabajar con textos del Lazarillo de Tormes, la acentuación o no de palabras como: Qué/que, Quién/quien, Cómo/como, Dónde/donde, Cuándo/cuando, Díme/dime, Dí/di
17º Enumerar, cronológicamente, una relación amplia de personajes que pasan por la vida del Lazarillo.
18º Aplicar las reglas ortográficas que con carácter acumulativo se están reforzando y aprendiendo en el curso. Uso de b/v , ll/y, g/j...
19º Enumerar todas las palabras que has aprendido con la lectura del Lazarillo de Tormes.
20º  Observar los tiempos verbales empleados en la obra. 



viernes, 23 de noviembre de 2018

Tren Digno: ¿Ahora qué?





Parece que de la encina, tras zarandearla, caen las bellotas aunque sigan verdes. La movilización del 18-N, en Cáceres, así lo constata. Estoy seguro que no va a ser la última, y no debe ser la última. A estas alturas, las soluciones mágicas son imposibles, máxime con la situación de debilidad política del gobierno central para dar salida a unos presupuestos que contesten mínimamente a los anteriores del "austericidio"

¿Y ahora qué?, es la pregunta que se repite en muchos ciudadanos. Pues ahora, a seguir presionando. Lo contrario sería admitir que se juega al testimonialismo. También tendremos que ser conscientes de que el tiempo perdido, perdido está. Nadie nos lo va a devolver. No queda otra que hacer los deberes que no hicimos y que los distintos gobiernos no hicieron en su momento. Tendremos que asumir como ciudadanía que si los extremeños hemos sido una escasa parte en el problema, deberemos ser, en el presente y futuro, parte sustantiva en la solución.     

Tras el 18-N, tocan las reflexiones. Y creo que ahora sí estamos haciendo lo que teníamos que hacer. He leído y oído reflexiones airadas, derrotadas, culpabilizadoras, y hasta indignas. Especialmente me ha gustado, por pragmática, la de la portavoz de Cs, Victoria Domínguez: "Como “agua pasada no mueve molino, tenemos la obligación de salir a defender las inversiones prometidas tantas veces". Coincido con ella. Podemos entrar en análisis y valoraciones de cómo hemos llegado hasta aquí. También hay que hacerlo, pero no para concluir, con esterilidad, que hay que dividir la lucha o desentenderse de ella. Para mí, todas esas opciones, muy legítimas, están destinadas a la languidez. 

Todos tenemos culpables en el retraso humillante de las infraestructuras ferroviarias en Extremadura pero no es momento de congelarnos en la culpabilización porque eso nos lleva a la inacción. Y claro que ha habido culpables; propios y extraños, pero si nos detenemos en ese debate, perderemos una oportunidad que nunca hemos tenido. ¡Ahora, o nunca! Por primera vez hemos conseguido plantear una evidencia identitaria, independientemente de la orientación política. Otra cosa es el papel realizado por determinados políticos. 

Y el espacio, es y debe seguir siendo el Pacto Social por el Ferrocarril, formado por partidos parlamentarios, CCOO, UGT, CREEx y FEMPEX. El Pacto no es un regalo de un gobierno, es la consecuencia lógica del diálogo social que integra una voz en una dirección. Otra cosa es que haya habido gobiernos que lo hayan propiciado y otros que lo hayan negado. 

Por eso, algunos deberían repensar cuál es su papel en esta alianza. No se puede soplar y sorber al mismo tiempo. Las decisiones en este marco deben ser respetadas y no boicoteadas como ocurrió con otra convocatoria paralela utilizada más que para reivindicar un tren digno, para zarandear a una parte de la encina. Con respecto a Podemos, creo que deberían hacer un esfuerzo por integrarse, de nuevo, donde habían estado hasta ahora: en el clamor popular por el Tren Digno. Esto acaba de comenzar y el final aún queda lejos. ¿Y ahora, qué?. Ahora, a seguir presionando, porque son imposibles las soluciones mágicas pero hay que presionar para que así parezca.

domingo, 4 de noviembre de 2018

Bolonia y Emilia-Romana en tres días.

Un viaje siempre es parte de tu añorada vuelta a Ítaca. Por eso debes disfrutar del momento y de su camino. Y si para ello disfrutas de aliados para el viaje, hasta los cíclopes y la fiereza de Poseidón tendrán mucho cuidado ponerse de por medio. En este viaje a Bolonia, he contado con toda una tropa de confianza a bordo. Al timón, el vitalista de Edi, cortando los vientos de frente, como traductora e interprete, Pilar, la rompedora de fronteras, en el papel de Cicerone, Ana o el faro que guía. Y yo, chupando rueda, dejándome llevar por sus amigables vientos de cola.

La Bolonia inesperada se muestra ya al tomar la "Vía dell´Indipendenza" que nos sumerge en la "Piazza del Nettuno" o en la "Piazza Maggiore", de la que no podemos marchar sin probar un juego: debajo del Voltone de Podestà; coloca la cara a la pared en uno de los cuatro rincones  de la bóveda y con tu acompañante al lado opuesto podrá oír lo que le susurres. Una buena ocasión para una declaración. La curia lo utilizaba para confesar a los leprosos, evitando el contacto.

Luego, profundiza en la inflación de piedra y belleza. Si llueve, tendrás el paraguas de 37 kilómetros de soportales que te darán cobijo por toda la ciudad. No te pierdas el Palacio Archiginnasio, primera sede de la universidad más antigua de occidente. O el Teatro Anatómico. A unos pocos metros de la "piazza", callejuelas por el mercado antiguo de la ciudad  llamado Quadrilatero. Para el aperitivo, toda Bolonia en el área es una oferta pero me quedo con la "Piazza Santo Stefano" y después, si eres valiente, te subes los 498 peldaños que llevan a la cima de la Torre Asinelli. Solo Bolonia da para unos días pero seguimos el camino entre cerveza Moretti o vinos de la tierra, Emilia-Romagna, acompañado de pasta.

De Rávena, capital mundial de los mosaicos bizantinos y en su momento ultima morada del imperio romano de occidente, podrás encontrar en sus iglesias y monumentos toda una muestra, nombrada Patrimonio de la Humanidad. Imprescindible Las Basílicas, el Baptisterio y el Mausoleo de Gala Placidia.  

En Rímini, ocurre lo inesperado, una localidad del Adriático que dispone de quince kilómetros de playa. Un lugar del cual no huir. Verás el barrio de los pescadores que inmortalizó Fellini, una obra desconocida como el Puente de Tiberio con sus cinco arcos de medio punto o el Arco de Augusto. Camina hasta llegar a la Plaza Cavour, que es sencillamente espectacular. Allí encontrará el Palacio del Podestà, el Teatro Municipal inagurado por Giuseppe Verdi y el antiguo Mercado de Pescado, rodeado de cafés y terrazas.
Imprescindible la visita a San Marino, la república más antigua de Europa que también vuelve a sorprender y de allí a San Leo, la localidad más bella de Italia para Umberto Eco. Y un placer de los dioses comer en La Corte di Berengario II. De allí, a Cesenático, a saludar a Garibaldi. Un canal diseñado por Leonardo da Vinci vertebra una ciudad que huele a mar Adríatico. Ya volviendo a Bolonia, como curiosidad, puedes pasar por Dozze y alegrarte con sus casas pintadas.
Deslumbrante y espectacular Bolonia y su tierra de Emilia-Romana. Imprevisible y mágica. Desconocida y por ello tan sorprendente; aunque también puede que fuéramos provisto de risas y buenos amigos y eso hace que hasta los cíclopes y lestrigones se conviertan en aliados al menos en esta parte del camino.



sábado, 27 de octubre de 2018

18-N. ¡Por un Tren Digno para Extremadura!








El 18-N, yo estaría en Cáceres movilizándome por un Tren Digno para Extremadura si no fuera porque vivo muy lejos de mi tierra. Más de medio millón de extremeños y extremeñas vivimos en otras comunidades o países y este dato no es gratuito. Es la consecuencia de un modelo productivo, económico y territorial que sigue produciendo una sangría insostenible. ¡Basta ya! 

Y sí, ha habido culpables, propios y extraños, pero si nos detenemos en ese debate, en estos momentos estéril, perderemos una oportunidad que nunca hemos tenido. ¡Ahora, o nunca! Por primera vez hemos conseguido plantear una evidencia identitaria: abandono secular de administraciones y asignación de un papel semejante al de un territorio colonizado diseñado para la extracción intensiva de materias prima y mano de obra barata, que la democracia no ha resuelto por incomparecencia.

Solo por estas razones tan evidentes, debe aunarse esfuerzos. Y no me sirve el argumento del beneficio electoralista que puede favorecer a unos y otros, porque fuera de nuestras instituciones con todos sus errores del pasado no hay mucha cosa. A ellos, les debemos exigir rectificación y presión para la negociación, y a la ciudadanía extremeña compromiso, porque:

1º Quién convoca no es un partido político ni un gobierno. Convoca el Pacto por el Ferrocarril, formado por partidos políticos a los que votamos para bien o para mal, sindicatos representativos y empresarios.  Y no discuto que algunos estén incómodos en el Pacto, porque no les queda más remedio. Por eso, yo destaco el valor del mismo.

2º A los que hablan de tener memoria respecto a los compañeros de viaje, yo les digo: la lucha por el ferrocarril no es de ahora. Algunas organizaciones sindicales lo saben y algunos de nosotros también; porque estuvimos en esa defensa, mientras que algunos políticos se mofaban de nosotros, diciéndonos: "se os va a poner cara de fogoneros". Se pueden consultar hemerotecas relacionadas con Monfragüe, el "Ruta de la Plata", el "Sierra de Gata" o el "Lusitania"...

3º Hay razones para la movilización. Si no es ahora, ¿Cuando?. En un contexto de negociación de PP.GG.EE sería paradógico no movilizarse. Podemos desconfiar de las promesas del gobierno central porque tenemos el culo pelao, pero digo yo que para eso tenemos a Podemos en el Pacto de Presupuestos para que fiscalice si las promesas no están escritas negro sobre blanco.

4º Es el momento de la acumulación de fuerzas y seguir creando un relato homogéneo para la creación de infraestructuras de comunicación para nuestra tierra, enmarcada en el oeste español y en la España Rural. Cualquier debate sobre cuestiones secundarias como lugar de la movilización o hacer de francotiradores son palos en la rueda.

5º: A mi y a todos nos deben servir todas las luchas por el Tren: La de la Reapertura del Ruta de la Plata, las acciones de Milana Bonita, la del Corredor y las del Pacto por el Ferrocarril. Y cuanto más inclusivo sea éste, mucho mejor.

El 18-N es solo una parte de este viaje. Nos vemos en Cáceres o en el caso de los emigrantes en las redes. Si tenemos el hueso en la boca, que la mandíbula de una tierra saqueada no lo suelte.  Entre lo magico y lo posible habrá que seguir exigiendo lo que alcancemos a ver en el horizonte. 





jueves, 18 de octubre de 2018

La sombra de la ley



Con películas como "La Sombra de la Ley", se demuestra que en el cine español, no solo hay vida, también talento. Una cinta que justifica ir expresamente al cine y de paso saborear sus dosis de pedagogía histórica a las que tal vez se le hubiese podido sacar más partido. Corrupción en las cloacas del estado, lucha de clases, manipulación de los de arriba sobre los de abajo...

Sin ponerse purista, yo diría que perfecta su producción, ambientación de primera, con una excelente fotografía que se recrea plano a plano en la Barcelona de los años veinte. Un Luís Tosar y Ernesto Alterio de los que no te cansan de admirar, sin desmerecer un amplio elenco de actores y actrices que están sembrados como Manolo Soto en su papel de barón. Solo con alguna falla interpretativa en las escenas de la huelga de las mujeres. Hasta los guiños al cine americano no solo no desafinan sino son manejados con maestría homenajeando a los Intocables de Eliot Ness. Reconocer espacios de los rodajes como Correo, Vía Layetana o la sala de baile "Eden" que recuerda a la centenaria sala de La Paloma, ayudan a ubicar  esta cinta en aquellos convulsos años de Barcelona.

A resaltar, el movimiento de las cámaras en las calles y en las confrontaciones entre huelguistas y policía que mejoran la credibilidad del relato y que logran el realismo que requiere ese momento histórico de ruptura social. Me quedo con la escena de la persecución de los coches entre los maizales, francamente innovadora, acompañada de una música sólida. Ainhoa Arteta presenta el tema central de la película.  

Película que ayuda a reflexionar sobre los momentos actuales. Cuando se rompe el contrato social no queda otra que la confrontación. Otra cosa es que esa confrontación sea diseñada, buscada y soñada por una de las partes. El gobernador de Cataluña, Martínez Anido, personaje nefasto de la historia de nuestro país aparece en las entretelas de la película como lo que fue; un sicario de las élites en la Barcelona de 1921. Bajo el contexto del asesinato del presidente de gobierno, Eduardo Dato en marzo de ese mismo año, el Desastre de Annual, meses más tarde, se intuye la descomposición de un régimen conservador y beato. La lucha entre la patronal catalana y el anarcosindicalismo, será una justificación para rearmar a un ejército vapuleado en África. El activismo pistolero de una patronal insaciable y un sindicalismo confrontado en su interno entre la negociación y la violencia forman el caldo de cultivo para preparar el golpismo de Primo de Rivera en 1923.


Al final de la película, una frase impresionada en la pantalla, haciendo referencia a lo que vino después. Es eso: historia sin revisiones poniendo a cada una de las partes en su sitio. Tan simple como poner el acento en la sustantividad en el conflicto entre capital y trabajo. Sin más zarandajas

domingo, 30 de septiembre de 2018

Recuerdos de la fábrica Serra i Balet


Mi padre, es un buen sastre, conoce el buen paño. En el pueblo, tiene fama de manitas. Con él aprendo a valorar una buena lana, la espiga, la franela o una buena pana. Es un artesano, en Plasencia, Cáceres.

Cuando llegan los viajantes con sus muestrarios siempre le acompaño y me pide opinión sobre la gama de colores que debemos adquirir. Me pirran los muestrarios de pana que en poco tiempo va a revolucionar el mercado rompiendo con el tradicional cordón grueso de color negro y tierra; más dirigidos al hombre que trabaja en el campo. Se convierte rápidamente en un tejido moderno con una gama amplia de colores, presentada en un cordón fino que hace que la prenda no sea tan rígida y su caída sea limpia. Juego con los cambios de tonalidad que se dan cuando paso mi mano a contrapelo al que hay que estar atento. Mi padre aprovecha cualquier circunstancia para irme dando pastillitas de sabiduría artesanal:
--¡Cuando cortes los delanteros o los traseros de los pantalones si no pones las piezas en el mismo sentido, te cargas el pantalón!
--Ah, claro, porque cada delantero tendría un reflejo diferente, ¿no?
--Así es, hijo. Esta lección va de gratis. El pelo siempre a favor de la mano.

Cuando llegan de Barcelona las cajas de pana de Serra i Balet con los pedidos realizados, las identifico fácilmente porque tienen una cenefa verde carruaje que rodea al dibujo de una fábrica de estilo modernista de tres naves y dos pisos, forrada las paredes de piedra con columnas de tocho visto y con grandes ventanales en arco. En el centro del edificio resalta una chimenea de ladrillos muy alta que lo identifica con un ambiente fabril. Recuerdo que descubrí que los reyes magos no existían porque unas navidades vi encima de un armario del dormitorio de mis padres una caja de Serra i Balet; subí a lo alto no se cómo y al levantar la tapa de la caja me sorprendí al ver cómo dentro de ella había un fuerte con vaquero e indios. Y allí, en ese aciago momento, se acabó la inocencia y la magia. 


Medio siglo más tarde, acabo viviendo en el barrio de Sants de Barcelona y un día, paseando por él, desemboco en la plaza de la Olivereta con calle Begur y  me encuentro con una chimenea de 32 metros de alzada y un edificio parecido al que recordaba de entonces. ¡Es la fábrica de Serra i Balet!. 
Creo que la añoranza por el olor y el tacto de una pana, con la que me corté mis primeros pantalones acampanados me está jugando una mágica pasada, pero es ella; la fábrica de Serra i Balet, donde mi padre compraba la mejor pana de España. Parece como si el ciclo de un recuerdo se cerrase teniendo un final feliz. Siento una emoción difícil de explicar y recuerdo a mi padre, un sastre bueno de provincia. Y alguna lágrima derrapa por mi rostro.

Es un edificio construido en forma de U a principios de siglo XX, y que se dedicaría a la fabricación de terciopelos, hilaturas de algodón y fundamentalmente panas. Sus propietarios tuvieron que hacerse de oro cuando un acontecimiento de escala mundial como la I Guerra Mundial hizo producir la empresa como nunca. Luego, durante la guerra civil fue colectivizada y más tarde aguantó hasta que duró el proteccionismo del textil. En 1982 tuvo que cerrar por quiebra. ¡Cómo lloramos su cierre mi amigo Félix Sánchez Dueñas y yo¡ Una pana inigualable para aquellos que amábamos una tela. Que hoy en día yo pueda disfrutar de este espacio, ahora convertido en un club deportivo, tienen la culpa la lucha vecinal del barrio, que entonces lo consiguieron recuperar como un espacio de ocio colectivo. Y yo, acabo de cerrar el ciclo sedante y sedoso de este recuerdo.

sábado, 22 de septiembre de 2018

1974. Una tarde en Paris con Silvia Kristell


Es julio de 1974. Edu, Paco y yo, tenemos 18 años. Desde el Arco del Triunfo vamos bajando hasta la Plaza de la Concordia; la de la reconciliación tras darle gusto a la hoja fina de la guillotina para María Antonieta y Robespierre. Cae la tarde haciéndonos fotos en la que fue Plaza de la Revolución, junto al Obelisco o en los Jardines de las Tullerías, pasando el tiempo y viendo las carteleras de espectáculos, galerías de pinturas, almacenes y grandes marcas comerciales de esta avenida ampulosa. 

Nos topamos con un cine y sorpresa: ¡Enmanuelle!   Allí está Silvia Kristel, sentada sobre un sillón de junquillo, que la corona como la icónica emperatriz del sexo en que se ha convertido. Mimosa e inocente parece morder las perlas de la fantasía que sostiene en su mano como invitándonos a poseerla, aunque solo sea visualmente. Sus pechos son las manzanas del pecado que arrastramos desde que nos encontramos, por casualidad, con el placer. Y sus piernas, deshinibidamente cruzadas y abiertas, nos arrojan, y no hay ninguna red salvadora, a un tiempo de ensoñación lujuriosa de la que ningún censor nos puede salvar.  
--Es un momento histórico, compañeros
--Ni un paso atrás, Paco.
--Tenemos también la opción de la Naranja Mecánica. -En una sala paralela estrenaban esta otra película, también prohibida en España-. Ahora, o nunca. 
--Vamos a ver, ¿pero quién no ha oído la novena sinfonía de Beethoven? –La ocurrencia de Edu, era concluyente-.

Nunca una decisión disfrutó de mayor cohesión grupal. Se arruga la tarde que oscurece. Escasa mochila vivida para adentrarnos en los vericuetos de lo desconocido. Nos dejamos llevar por la intuición que hacemos de la mirada provocativa que nos regala Silvia Kristell. Compramos morbosamente tres entradas. Entramos al cine y un acomodador nos exije la propina. No queremos entender. Dialécticamente forcejeamos. Toda la sala ya sabe que somos españoles. Pagamos el servicio o nos vamos a la calle. Pagamos y nos sentamos. Nuestras cabezas, se depositan sobre las butacas del cine, entrando en un fantaseado bucle que nos hemos regalado en una noche de Paris. Yo, me he sentado en medio de Edu y Paco. Se apagan las luces. ¡Todos saben que somos españoles!.

El cuerpo de Silvia, nos incendia en un sueño de noventa y dos minutos. Se nos viene una voz musicada, enigmática y seductora. Una voz cercana, de esas que te hacen sucumbir. Nos reponemos de la solidez sonora que la sitúa en una posición de ventaja. Ella, domina el escenario.

Un picardía no puede evitar el dibujo mágico de su arquitectura perfecta, un corpiño ajustado no puede ocultar el anuncio de un festín de pechos. Se aceleran los deseos por su desnudo. Sus escasas bragas son una invitación a despojarle, cuanto antes, de ellas. Imaginamos invadir su cama, devorándonos pulsiones innatas en nuestras encendidas entrepierna de imberbes adolescentes. Inevitable calentura pronunciada. Creo que se oye el latido de nuestros corazones en toda la sala, pero no importa porque ya todos saben que somos españoles. Nuestra mente calenturienta ha sido descubierta. Miro a mi izquierda y veo unos ojos fijos que brillan hacia el infinito, miro a mi derecha y sus ojos parece que están llorando. Doy con mi brazo izquierdo a uno, doy con mi brazo derecho al otro. ¡Pestañear es de cobardes!

La cama, la butaca, la mesa o una silla donde está Silvia se convierte en un oasis. Avanzamos gateando hacia ella y sus pechos afilan nuestras miradas. Somos un racimo de dedos multiplicados. Una inflamada lascivia segrega el momento irracional del deseo que queremos infinitamente prolongado. Volvemos a viajar por sus laderas y nuestras lenguas se agitan por la superficie de sus corolas que terminan durmiéndose en los pezones regalados que nos hacen levitar. Regalo de la fantasía en un desgobierno planetario en este más que tardío descubrimiento. En España, alguien nos ha contando un cuento.