domingo, 22 de octubre de 2017

Barcelona, 1979-2017



Fue el año en que llegué a Barcelona, 1979. El año de la Barcelona cosmopolita, libre, literaria, audaz y expansiva. Barcelona no era España, era la capital del universo. Desde el viejo Zurich divisaba la mayor arteria libertaria jamas conocida: La Rambla como pulsión, como mestizaje internacionalista e irreverente en la que estaba prohibido, prohibir. En ella, Ocaña era el único monarca desde su ingobernable e inquietante Plaza Real. Solo, temporalmente, yo me sentí inocentemente afortunado de que la emigración extremeña estuviera diseñada, sin hacernos muchas preguntas, para buscarnos la vida en Barcelona, en Bilbao o Madrid.  

No tenía ojos para tanto estímulo, no tenía boca ni manos para tanto sentido hasta entonces maniatado ni tanta libertad para soñar, escribir y vivir. La sala Zeleste en la calle Platería era la revolución musical, la sala Villaroel la vanguardia del teatro más innovador con La Cuadra de Távora. Un degradado Paralelo y el Molino era otro submundo a explorar. Los sábados a la inolvidable sala de baile de "La Paloma", para bailar pasodobles a ritmo de orquesta pachanguera del pueblo. Y en septiembre, en Montjuich, las "Festes del PSUC", el mayor de los espectáculos jamas conocido. Una guerrilla abundante de francotiradores de escritores, músicos, dibujantes, teatreros y díscolos diversos marcaban el horizonte y la utopía en una ciudad que todos los días escribía la palabra "libertad". Tiempos de Ajoblanco.  ¿Quién podía dar más?

Pero todo empezó a joderse cuando el padre "patufet", al ser elegido "President", mando callar. Barcelona comenzó a hacerse pequeña y comenzó una larga marcha diseñada para sentir en la uniformidad. Una única identidad de pueblo, como si se pudieran estandarizar las emociones de todos los ciudadanos y ciudadanas que pertenecen a un territorio. En el año 1982, recuerdo que dada la oferta  cultural claustrofóbica y "subvencionada" que comenzaba a presentarse en Barcelona, nos bajábamos a Madrid para poder optar a una oferta más libre, propiciada por la movida madrileña y el inolvidable profesor Tierno Galván. Comenzaba Barcelona a perder color y a homogeneizarse con un tinte enfermízamente endogámico. 

Tarradellas previó lo que iba a pasar. Estaba seguro de que la política que seguía Jordi Pujol dividiría Catalunya, cuando a sus acólitos decía: "Este hombre nos llevará a la división de Catalunya". Lo han conseguido.  

El caso de Banca Catalana en aquellos años, la querella dirigida por el Juez Villarejo incluyendo a Jordi Pujol en la misma como responsable de un desequilibrio patrimonial de más de 11.000 millones de pts quedó en nada resolviendo el desaguisado el fondo de garantía de depósitos. Una gran movilización arropando al "jefe de la masía" y el recuperado victimismo, situaba este fraude bancario como una estratagema del gobierno central que quedó sobreseido poco antes de aquellos Juegos Olímpicos de 1992 donde se urdió una interminable fiesta del tres por ciento, que ahora era necesario tapar. Luego, vino lo que vino con el "honorable" amenazando tirar de las ramas.

Afortunadamente, yo estaba poniendo en marcha mi fábrica de sueños en aquella escuela de Badalona que me permitió explorar con Freinet y Montessori, el movimiento de Rosa Sensat y cualquier alternativa autogestionada desde la propia escuela. Eran tiempos de compromiso y yo me estrené a los tres meses de trabajo con la que fue mi primera huelga. Una huelga en solidaridad con el convenio del metal de Sta. Coloma. Muchos padres de nuestro alumnado eran trabajadores de ese sector. ¡Qué tiempos¡. Hace unas semanas fue convocada por la propia Generalitat una "Aturada de País", es decir, un paro patronal disfrazado de huelga, a la que por supuesto yo no fuí. ¿Si las huelgas nos las convocan los patriotas qué nos queda a los trabajadores? ¡Cómo cambian los tiempos¡.

Con mi alumnado, conseguimos "Lobos de Oro", unos premios nacionales en periodismo escolar que nos llevaron a participar en el programa de Luis del Olmo, "Protagonistas en la Escuela", hasta que un día el icono de los decanos de la radio decidió juzgar que yo, como maestro, era un adoctrinador de niños, porque sus reflexiones no se ajustaban a la linea del programa y mostraban su irreverencia hacia los valores establecidos, y con una concepción de la historia que respondía a la razón y no a su ideología. Hablábamos de Servicios Públicos y Nacionalizaciones de servicios esenciales. Solo nos arropó, desde su columna, Manuel Vázquez Montalbán. 

No nos engañemos, la escuela es un transmisor del propio sistema. Solo cuando no responde al patrón diseñado, es acosada. Confieso que yo también fui un "adoctrinador" de "apátridas" y de personas críticas y libres. Nunca creí en el maestro aséptico, mucho menos en el partidista. Propondría una asignatura en todos los colegios de nuestro país que se llamará "España" y una especie de "Erasmus" para secundaria que posibilitara el conocimiento entre comunidades autónomas y la integración desde abajo, eliminando prejuicios que casi siempre son fallidos. 
Pero Barcelona no podía ser controlada, uniformada, estandarizada, y de cuando en cuando, se producía una orgía de palabras e imágenes que estallaban contra lo políticamente correcto. Cómo disfruté de Nuria Espert en "Doña Rosita la Soltera", de aquel homenaje a Margarita Xirgu en la calle del Mar en Badalona con Rafael Alberti, del "Canto General" de Pablo Neruda dirigido por Miki Theodorakis en el Palau de la Música, o con los "Virtuosos de Fontineblau"  y "Obus, President" de Joglars y del estigmatizado Albert Boadella. 

Vuelvo al reencuentro con una inigualable Barcelona, con una acogedora y plena Cataluña y me la encuentro dolida y rota por unos nacionalismos de aquí y de allí que se retroalimentan perniciosamente, que pretenden decirnos cómo debemos convivir. La gota malaya de los alucinados por una "españolización" de los catalanes o la de los predicadores de la Arcadia feliz ha ido calando a lo largo de los años. Una historia inventada en torno a 1714, una mentira insultante con aquel "España no nos entiende", o el otro de "España nos roba" o "la guerra civil fue contra Cataluña",  una fiscalidad tramposa que pone el acento en el territorio y no en el ciudadano... 

Espero que no me obliguen a elegir entre las múltiples almas que forman este pueblo diverso y rico, levantado con el esfuerzo de miles de trabajadores y trabajadoras a los que sí nos robaron, más que por haber nacido en nuestro territorio de procedencia por pertenecer a una clase social. Personas con otros hechos diferenciales, otras identidades y sentimientos, al menos igual de pacíficos e igual de maltratados  por la historia o por esa otra "España" sectaria que entre todos debemos de transformar porque la sufrimos. Unos, mucho más que otros. 


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lunes, 9 de octubre de 2017

Barcelona: masivo y plural 8 de octubre



El mantra del "poble catalá" unívoco ya es historia. Con la manifestación de Barcelona, el maximalismo no inocente al hablar en nombre del pueblo catalán, de manera totalizadora, ha muerto. También los que hablan en nombre de España, de la misma manera. Parece que la persistencia de las caceroladas independentistas ha acabado por despertar a la mayoría silenciosa. Algo han tenido que hacer mal, porque ayer en Barcelona se expresaba sobre todo mucho cabreo contra el descerebre independentista.

Los pueblos, afortunadamente, son diversos y plurales aunque todos los nacionalismos, también el españolista con esa visión tan monolítica de la realidad, pretendan uniformarlos, homogeneizarlos para poder controlarlos. 

Confieso que dudé en asistir a la manifestación de Barcelona por sus connotaciones sectarias procedente siempre de los mismos y que además, algunos, encabezaban la manifestación. Confieso que fue la anunciada participación de Borrell y Villarejo quienes definitivamente me auparon a la misma. ¿Si ellos estaban por qué razón no lo iba a hacer yo?. Confieso que me hubiera gustado que las fuerzas de izquierda hubiesen apostado por ella. Confieso estar huérfano de izquierda política y social que me facilite un marco de referencia para movilizarme en un aspecto tan importante como es el respeto a nuestro marco constitucional.Tan solo, Coscubiela con su pronunciamiento en el Parlament me hizo recuperar la esperanza en una izquierda que, hoy por hoy, me resulta inútil por sus complejos y entreguismo.

Ahora, el independentismo intentará desvalorizar esta movilización pero considero que ya nadie podrá utilizar el nombre de Cataluña en vano; tampoco ellos. Ayer, se le dijo al independentismo que la espiral del silencio ha acabado y que otra Cataluña, diferente a la suya, es posible, aunque espero que no sea su anverso españolista y casposo. 

Si alguna palabra puede definir la manifestación del ocho de octubre en Barcelona es el de la trasversalidad. Cometería un grave error la derecha si pensase que toda la gente que asistimos a esta manifestación estamos en su órbita electoral. Había un perfil de manifestante que pudiera pertener a cualquier partido del arco parlamentario; otra cosa es que unos quieran patrimonializarla y otros hayan cedido su espacio político en la cabecera. 

Ayer quedó explicitado que hay otra Cataluña, con sus identidades, con su historia afectiva ligada a otros pueblos de España. Hay al fin otro relato posible expresado contundentemente para seguir unidos. Pronto, tendrá que venir una necesaria modificación de la constitución con un modelo territorial que tendrá que resolver el entronque de Cataluña en España pero que también tendrá que resolver las asimetrías de las comunidades autónomas norte y sur dentro del estado. Y a partir de ahora, "votar para ser libres", pero legalmente y cuanto antes, porque aquellos que se muestran beligerantes en una permanente confrontación, para tapar sus vergüenzas, puede que sean el verdadero problema de España. "Hablen o apártense" (J.M. Serrat)

miércoles, 4 de octubre de 2017

La revolución de la sonrisa y el clavel



El acierto de la revolución de la sonrisa y el clavel del independentismo estaba servido. La contraparte solo ha ofrecido voladura de puentes desde su recurso de anticonstitucionalidad del Estatut. Tras la gestión nefasta y desproporcionada del 1-0 por parte de Rajoy, los "indepes" siguen chutados en serotonina como si nunca hubiese un final.

Rajoy ha conseguido aunar todo el cabreo de muchos catalanes y no catalanes contra el "Estado Español". Ya no es solo el independentismo mitológico de 1714, también ha integrado a gran parte de la población castellano parlante harta de soportar tanta perpetuación de la crisis. Todo ello ha rescatado el componente genético "anarco" de la historia catalana azuzado convenientemente por un "Govern" que ni en sus momentos más eufóricos podría considerar que tuviese toda la confluencia de los astros para poder seguir haciendo un relato artificioso no solo del pasado y del presente sino también del futuro, concluyendo "empiricamente" en la Cataluña finalmente feliz. Todo un acto de fe al que se te invita y si no lo compras te llevas, al menos, un descalificante "tu no puedes entenderlo". Y por ahí, también el fracaso empático bidireccional para salvar esta profunda crisis. 

La Generalitat, hábilmente, entre otras cosas porque no tiene más opciones, sigue alargando la borrachera colectiva para una arcadia feliz. Con su "Aturada de País" han conseguido prolongar su triunfo mediático internacional, con una parálisis de la comunidad, que ha sido diseñada desde arriba con servicios mínimos, "minimísimos", y servicios públicos cerrados, animando a los trabajadores-as a un día de paro financiado por el nacionalismo. Vamos, lo que se dice una Huelga Patronal de la administración en toda regla. Si hubiese una Huelga General contra las políticas autericidas de este "Govern", mantener esa laxitud sería una fantasía. Con seguridad, los huelguistas regalaríamos flores a los Mossos. 

La fragmentación social comienza a explicitarse. Al grado "infantil" que posibilita y sostiene hasta ahora la propuesta de Declaración Unilateral de la Independencia -DUI- hay que comenzar a darle consistencia. Sobre todo, cómo explican su imposible reconocimiento internacional, porque no olvidemos que Cataluña sería en Europa como abrir la "caja de Pandora", cómo se posicionan en el mercado con una moneda diferente al euro y comienzan a pensar que harán con una prima de riesgo que duplica ya a la española. El espejismo es su ilusión óptica y su hoja de ruta marcada para la frustración colectiva.

Sacar a la gente a la calle, sobre todo cuando se lleva trabajando los últimos años para ello es fácil; lo difícil será dar gusto y satisfacción a todas las visiones "indepes" tras la proclamación de la DUI este fin de semana. Haber vivido un Mayo del 68, versión scout, sin levantar adoquines, viviendo la revuelta del clavel y de la sonrisa no va a durar eternamente. Claro, todo ello teniendo en cuenta que Rajoy no va a dimitir y que la posible negociación tras oir al Rey es más que imposible. Claro, la oposición tampoco existe y no hay nadie que separe a dos partidos corruptos y descerebrados dispuestos a derrotar y humillar al contrario, aunque terminen perdiendo los dos. 

Muchos debemos estar preocupados porque la revuelta de la sonrisa y los claveles está a punto de iniciar su desgate.  Y una clase política en España difícilmente verá que la salida es obligadamente una modificación de la constitución que asegure un enganche de Cataluña con España, asegurando la simetría territorial, pero me temo que el PP seguirá optando por poner más banderas en las calles. O las dos partes empeñadas en comenzar la casa por la bandera. Preparemos PROZAC para la frustración que sobrevolará más pronto que tarde. Ah, y puede que los Mossos no tengan más remedio que terminar por "arrancar cebollas" diciendo a los jóvenes de la estelada: "se acabó el recreo". Y comienza el mambo.


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  •  "A vueltas con las cigarras del Sur":
            http://canchales.blogspot.com.es/2013/05/a-vueltas-con-las-cigarras-del-sur.html