A falta de ideas propias, al
PP le valen las recetas fotocopiadas que vienen de Alemania. De nuevo, la perversión intencionada de un neolenguaje;
utilizando significantes iguales que en su esencia significan lo contrario, lo diametralmente opuesto. Utilícese
la coctelera mediática, mezclada con la necesidad de dar respuestas al alto
nivel de desempleo juvenil y al fracaso escolar, realícese un “copia y pega”
del sistema educativo alemán y obtenemos la fórmula magistral por la cual la
mediocridad política tiene un “recetario” que vender como una idea innovadora.
Estando de acuerdo en que la
alternancia de estudio y trabajo debería ser la apuesta de un sistema educativo
articulado al mundo de la empresa, el diseño del mismo no puede apuntalarse sobre la idea de la recuperación del perfil
del aprendiz de los años sesenta.
De los alemanes, nos separa
la concepción del modelo productivo basado en el valor añadido de los procesos industriales, la
tipología de nuestras empresas excesivamente atomizadas, la valorización de la
formación como inversión y no como gasto y la capacidad de concertación de lo
sustantivo de la empresa; empresarios y sindicatos, con el incentivo de las
administraciones públicas.
Solo hay que ver la apuesta
que hace este gobierno con la LOMCE por la Formación Profesional Básica -F.P.B.-,
buscando resultados cosméticos de reducción de la tasa de fracaso escolar,
fomentando una estrategia recurrente, desde un casposo pasado, de segregar a los que un sistema
clasista, como pretende, decide quién irá o no, a la Universidad; estando claro
que los niveles de participación de uno a cuatro estudiantes a favor de los
universitarios es una relación que se debe cambiar a favor de una decidida
apuesta por la FP.
Pero ese objetivo de maridar
“estudio y trabajo” en un sistema de formación dual, no se puede hacer
fundamentándolo en un “contrato de formación y aprendizaje”; consecuencia de la
última reforma laboral, soñado para sustituir empleo con derecho por un empleo
precario que presenta una expectativa desmotivadora a aquellos jóvenes que se
ven encadenado este tipo de contrato hasta los treinta años, cobrando un 75%
del S.M.I. y donde la oferta de certificación profesional de las empresas que
deberían acompañar a estos contratos pueden quedarse en el negocio de las gestorías
a través de las bonificaciones que tienen las empresas por formación.
Lejos estamos de concertar
un diseño de formación en alternancia con potenciación de la red de los
Centros Integrados de Formación Profesional, implementación previa en la
formación de los coordinadores de Formación en Centros de Trabajo -F.C.T.-, por la tutorización
y orientación de los contratos de formación para ser insertados en la empresa, por
activar un sistema de formación para el empleo que con este gobierno alcanza los
recortes más importantes en las políticas activas de empleo, tanto para
trabajadores y trabajadoras ocupados como para personas desempleadas, que nos
exige Europa y cuya financiación se desvía, anticonstitucionalmente, a cubrir
oscuros agujeros y a implementar políticas
neoliberales de dudosos resultados.
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