domingo, 4 de agosto de 2013

A vueltas con las "Cigarras del Sur"



Releo " El Memorial de Greuges" (Memoria en defensa de los intereses morales y materiales de Cataluña), documento dirigido a Alfonso XII en el año 1885, donde se le trasladaban una serie de reivindicaciones políticas y económicas con motivo del proyecto de convenio comercial entre el estado español y Gran Bretaña. El texto fue fruto teórico de la burguesía industrial catalana y considerado el primer acto político del catalanismo que tiene como objetivo la defensa de la producción catalana frente a otra producción más competitiva como es la inglesa.

Obviando del mismo todas las cuestiones relativas al derecho de Cataluña a la lengua y a la identidad, con las que estoy completamente de acuerdo, el Memorial plantea la clave que subyace a todo este follón dual entre España y Cataluña, que es la defensa, con criterios proteccionistas, reclamados por la burguesía catalana a España donde el modelo de ley de oferta y demanda solo se considera ideal dentro del Estado en el cual tiene una relación de prevalencia Cataluña y por la cual, solo ella ha sido históricamente beneficiada, mientras que el resto era perjudicado por la ausencia de precios más competitivos. Análogamente se reproducía esta misma reclamación por la industria siderúrgica en el País Vasco y por la agricultura en Castilla.

Dice el memorial: "Se ha de reconocer que la industria del nuestro país ha tenido que hacer grandes esfuerzos por sostenerse y todavía aumentar en ciertos ramos, en medio de la inestabilidad legislativa y falta de fijeza de criterio gubernamental con que ha tenido que luchar. Si bien la tendencia llamada librecambista no ha conseguido hasta ahora sus soluciones radicales a la legislación económica, se ha manifestado, no obstante, constantemente en todas las situaciones y desde hace muchos años, que es una espada de Damocles suspendida sobre la producción. Aún quedan aranceles más o menos protectores, pero no representan ninguna garantía de estabilidad (...)."

Sorprende que la burguesía cuestione la ley de oferta y demanda, solicitando ventajismos a costa de terceros. En definitiva, creo que los desequilibrios previos interegionales a este momento se potencian precisamente con lo que viene a ser la primera actuación ordenada de intelectuales y el capitalismo mercantil catalán que seguirán históricamente reproduciéndose con la Dictadura de Primo de Rivera y con la Dictadura de Franco. Al hablar de expolio, por parte del nacionalismo catalán, habría que plantear los esfuerzos compartidos por el conjunto de la población española para lograr focos de crecimiento y desarrollo en determinados escenarios geográficos de España y que por ellos si entramos en el debate del "expolio fiscal" hay que poner en duda quien ha sido el expoliador y quien el expoliado. Por supuesto yo no creo que Cataluña sea la expoliadora, porque no creo en abstracciones sino, por otro lado, el expolio se genera por una realidad donde el conflicto de capital-trabajo, en un contexto de lucha de clases, vence entres posiciones desiguales.

Confieso que me irrita, con igual intensidad, cuando oigo a Wert hablar de "españolizar" a los niños catalanes, como cuando oigo a Artur Mas hablar de las "cigarras del sur", o con la afirmación de Cifuentes respecto a cómo paga la Comunidad de Madrid la sanidad y la enseñanza de Andalucia. El sutrato de estas opiniones no puede ser más reaccionario. Sinceramente, creo que estos nacionalistas, de aquí o allá, intencionadamente, provocan la confrontación para justificar su necesidad de ser, la necesidad de ser, de una forma casposa, "español" o "catalán". El uno para incustrar socialmente un discurso, que avanza, en la necesidad de recentralización de la política española y el otro para subirse en la ola del "independentismo" como estrategia para seguir obteniendo ventajas electores y fiscales. 

Considero, sin excesivo margen de error,  que todo ello está determinado por tensiones económicas y de interés partidista que debe, al menos, ante tanto tertuliano "subvencionado", cuestionarse. Al fin y al cabo, esas tensiones vienen precedidas de variables, que solemos olvidar, que han incidido e inciden en desequilibrios regionales históricos que han producido concentraciones de rentas en determinadas áreas geográficas de la misma manera que se han acumulado en una determinada clase social, que no es ni mucho menos la clase trabajadora.

Pero para valorar las reivindicaciones fiscales de los que se consideran "hormigas del norte", deberemos adentrarnos en razones más que en emociones. La respuesta económica, por la tecnocracia española y catalana, a la autarquía franquista a finales de los cincuenta, fue un Plan de Estabilización que facilitó concentración de recursos financieros a los mejor situados y sobre todo un flujo migratorio dentro y fuera de España que alivió tensiones y que, como "hormigas del sur", fuimos generando "plusvalías" para otros territorios. Es justo reconocer, por tanto, que el grado de concentración productiva que, en positivo, se focalizó en Cataluña, País Vasco o Madrid, produjo complementariamente nuevos desequilibrios resueltos desfavorablemente para territorios como Extremadura al despojarse de su población más activa y reteniendo la de mayor edad. Si en los años cincuenta, Extremadura alcanza una población por encima del millón y medio de personas, hoy tan solo alcanza un millón cien mil habitantes, siendo, posiblemente, una de las comunidades autónomas con la población más envejecida del Estado. 

Y Extremadura, evidentemente, debemos reconocer que no genera, no puede generar, la misma fiscalidad que Cataluña; pero sería de necios caer en la trampa de aceptar que yo, como individuo particular, no contribuyo de igual manera y en función de mis rentas de forma similar a un catalán. Desde luego, la trampa está servida por los "nacionalistas", que siempre son de derechas y como tal elaboran un discurso facil, simplificador y populista; un discurso que cala emocionalmente, más en epocas de crisis, pero alejado de los pensamientos complejos que requiere la inteligencia colectiva. La pena es que la izquierda en ocasiones y para evitar la acusación de antipatriota entra al trapo. 


Los siempre padres de la Patria, más que posibilitar la unidad sobre bases de igualdad, amplificaron la transferencias de recursos humanos y financieros, aumentando los desequilibrios territoriales. La polarización industrial en el País Vasco y en Cataluña, que con anterioridad, se había fraguado gracias a políticas arancelarias y proteccionistas de España, soportadas por el conjunto de la población, significaron una profundización en nuevos desajustes sociales y económicos entre las regiones españolas.


Ahora, cuando el independentismo catalán plantea cuestiones como el expolio fiscal que recibe Cataluña, es necesario recordar la estrategia de la concentración financiera (*), mediante el intervencionismo político de la dictadura, que se realizó a partir de los sesentas, cuando se creaban circuitos cerrados y obligados para la utilización de los ahorros de aquellos territorios considerados como "improductivos", que además de servir mano de obra barata, invertían capitales "manu-militari" en áreas geográficas más ricas.

Y no podremos olvidar al denostado Instituto Nacional de Industria, cómo optó por la inversión pública en esos territorios más proclives a la concentración de recursos, facilitando subvenciones publicas a determinados sectores que se entendían como estratégicos. A todo ello, no podemos obviar el papel asignado a regiones como Extremadura, como exportadora de materia prima y recursos energéticos que les impedían generar una cultura de la transformación de sus productos y de la valorización añadida en su producción final.

Y cómo podríamos cuantificar la perdida real de capital humano con la diáspora que sufrieron territorios como Castilla, Extremadura o Andalucia. No hay deuda histórica que pudiera reparar el desequilibrio posiblemente irreversible de estos territorios que no dispusieron de más intervencionismo estatal que les favoreciera que sembrar de pueblos de colonización o ser programados para la despoblación.

No deja de ser una simplificación interesada cuando oímos que "España nos roba", de la misma manera que decir que Cataluña succionó excedentes de otros territorios. Deberíamos poner el acento en la clase social que se benefició allí de la concentración de recursos humanos y financieros  y aquí de la ausencia de tensiones y conflictos que aseguraron a caciques una población sumisa y pingües beneficios rentintas.


(*)  "El incremento de este tipo de financiación permite hablar de la existencia de un auténtico "boom de la financiación intervenida" en la segunda mitad de los años sesenta al llegarse a una situación en la cual el 47% de la financiación neta entregada por el sistema creditício al sector privado estaba intervenida directa o indirectamnete  por la administración, que a través de la fijación de plazos más largos que los habituales o tipos de interés más bajos que los existentes en el mercado, ofrecía condiciones que de hecho implicaban una subvención para los beneficiarios de estas operaciones" Tuñon de Lara.

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2 comentarios:

  1. Querido Miguel, acaba de salir un libro de Borja de Riquer: "Alfonso XIII y Cambó". Tiene su interés, mis saludos JLLB

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  2. Querido Miguel, acaba de salir un libro de Borja de Riquer: "Alfonso XIII y Cambó". Tiene su interés, mis saludos JLLB

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